Por lo general los duelos son así…
Hay momentos donde permanecen aquiescentes y agazapados, momentos en donde la vida transcurre por los carriles ya conocidos, donde el movimiento prosigue su curso un tanto desviado…
Y hay días, como el de hoy, en donde pese a la calidez del sol el mundo se vuelve sombrío y pequeño, donde el corazón pareciera desmoronarse entre las manos que aprietan con un dolor vivo y descarnado hasta atravesarlo y convertirlo en cenizas…
Es una gran tristeza la que invade el alma y dificulta el respirar normal. Un dolor indecible, inexplicable.
Duele… duele mucho.
Cualquier situación, cualquier palabra, cualquier gesto pueden hacer virar de color al día y las lágrimas sin freno comienzan a brotar una tras otra sobre el rostro en los momentos más inverosímiles.
Cualquier despedida, cualquier pérdida pueden atraer sobre sí el dolor más profundo que allí en el alma se guarda.
Hoy el día hiere filosamente el intento de sobrevivir… la ausencia se hiende como un puñal que nunca deja cicatrizar esa piel maltrecha y adormecida.
27/09/12
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